«I had a dream» , «Tuve un sueño»

Tengo muchos sueños estos dias, si es verdad que la calidad del sueño es un indicador de cómo estás, debo de estar regular. Soy de las que me voy a la cama temprano, me levanto temprano y mi energía va decayendo conforme pasa el dia, a las 6 de la tarde empieza en picado, así que ceno temprano y suelo estar en la cama a las 10’30 como muy tarde.

Aunque duermo muy profundamente al principio de la noche a eso de las 12’30 primera llamada, me despierto, suelo volver a dormirme más o menos rápidamente y a eso de las 3’30 otra vez con los ojos como platos, y seguimos a eso de las 5 de la mañana vuelvo a despertar y ya caigo rendida hasta las 7 o 7’30, en esas dos horas duermo como un bebé.

Hace unos dias tuve una experiencia interesante, a las 5 de la mañana me desperté porque escuché una voz que me decía «Escribe», me revolví creyendo que venía de fuera pero no¡ venía de dentro, no me preguntes de dónde, pero resonaba dentro de mi, como no le hice caso al principio, volvió a repetirme «Escribe» y hasta escuché de qué tenía que escribir, así como lo oyes. Y qué pasó te preguntarás, pues que me levanté y me puse a escribir.

Cuando dormimos nos conectamos con la Fuente que todo lo crea y claro como la mente ahí no está haciendo filtro, si, como me pasó a mi, cuando te llega esta información la atiendes y la aceptas, es un mensaje directo de tu Ser que encuentra este canal para expresarse.

Llevo años tramando escribir un libro, pero siempre me pongo una excusa para priorizar otras tareas, siempre hay una urgencia, y derivo a escribir una entrada en el blog y así voy poniendo parches a esta llamada de mi alma, asi que ahora si, la atiendo. Ya os iré contando, por ahora estoy escribiendo desde el disfrute y sin expectativas de lo que terminará siendo, escribo casi de forma automática, sin pararme a rectificar ni a corregir, está siendo terapéutico porque me emociono al rememorar tiempos pasados, situaciones, personas y experiencias y va de caballos y humanos.

Tengo una experiencia, que no sé si fue soñada o vivida en otras vidas, si sé que la he re-vivido cada vez que he tenido ocasión en los últimos tiempos, te la describo:

«Son las primeras horas del dia en un lugar que no puedo identificar geográficamente, hay muchos árboles, muchas tonalidades de verde, hay una pradera en la que empieza a dar el sol y la evaporación del agua de las hojitas que hay en el suelo produce un vaho suave. Una pequeña manada de caballos pace tranquilamente y hay una mujer descalza que observa esta escena y que a la vez es parte de ella, está cantando con un tambor, como una oración y los caballos al escucharla levantan la cabeza, la miran y vuelven a pacer, hay uno curioso, es tordo y se alegra al verla, viene trotando suavemente, relincha y se queda unos metros delante de ella. Hay paz y armonia. La mujer permite que el caballo se acerque y la huela, frote la frente con su espalda y se aleja galopando.»

Muchas veces estos años de atrás he andado descalza entre caballos, me he sentado a contemplarlos, con y sin tambor, es una experiencia sanadora, sentir el sol, el viento, el olor, la presencia de estos seres enormes al lado, observar sus reacciones sin juicio, aceptando todo, sin expectativas. Estado de presente absoluto, con todos los sentidos activados y a la vez relajada y confiada. Así he aprendido a simplemente ser y estar, algo tan simple y tan complejo de conseguir, al menos para mi…

Deseando volver a re-vivir ese sueño y deseando reencontrarme con mis queridos caballos, mientras llega el momento, seguiré escribiendo porque dicen que recordar es volver a vivir. Pues eso.